Hoy amanecí con antojo de un helado de chocolate. El helado es esa clase de postres que se puede comer a cualquier hora del día y siempre produce una felicidad difícil de explicar. La sensación de meter en la boca una cucharada es increíble, los contrastes de temperatura afectan todo el cuerpo, muchas veces ese frío se  sube a la cabeza y es una experiencia al principio dolorosa, pero luego se disfruta tanto que la quieres repetir, como una dosis de adrenalina. En general a mi el helado me produce placer y más si es de chocolate y muy cremoso, es el verdadero afrodisíaco, estimula todos mis sentidos.

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Comerse un helado es cómo ganarse un premio, se les da a los niños como recompensa por terminarse las habichuelas o por buenas calificaciones, o luego de un doloroso tratamiento odontológico. Se usa como chantaje y es tan tentador que logra cambiar en un segundo hasta los berrinches de los más pequeños. En todas las películas, lo muestran como el perfecto antidepresivo para el mal de amores y se lo comen directamente del envase. Realmente funciona lo he probado y es más efectivo que cualquier tratamiento psicológico, te va llenando y envolviendo de una alegría indescriptible. En los días calurosos y en época de verano es el aliado perfecto, consumido por todos sin importar la edad. Es tan sencillo pero al mismo tiempo tan versátil que se puede comer solo o acompañado con tortas, galletas, frutas, salsas, nueces. He probado por sugerencia de una receta del famoso chef Harry Sasson (libro Cocinemos Juntos por Colombia), poner unos granitos de sal marina y un chorrito de aceite de oliva extravirgen encima de una bola de helado de chocolate, puedo decir que desde ese momento, marcó un antes y un después, la sensación es increíble, porque se siente una explosión de sabores en la boca que nunca antes había vivido, se los recomiendo.

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ALGO DE HISTORIA

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Tenía la idea de que el helado era un invento de la gastronomía reciente y que era originario de Italia. Investigando un poco encontré para mi sorpresa que los chinos tenían la costumbre de enfriar sus postres y bebidas mucho antes de la era cristiana. El rey Tang (618-697 A.C) se inventó un método para mezclar el hielo con leche, dando como resultado el primer helado de la historia. Sus secretos fueron transmitidos a los árabes que empezaron a preparar zumos de fruta y jarabes con nieve, llamados por ellos sharbets (origen de la palabra sorbete). Dominaron las técnicas para conservar el hielo y la nieve que guardaban durante el invierno. Se dice que Cleopatra (quien seguramente lo uso como pócima de seducción), Alejandro Magno y Nerón, eran algunos de los personajes importantes que disfrutaban y exigían a sus sirvientes, tan exótica preparación, que por supuesto resultaba muy costosa en ese entonces.

A quién le debemos hoy la posibilidad de comernos un helado en cualquier lugar y en todo momento es al infatigable explorador veneciano Marco Polo, quien llevó a Italia en el siglo XVIII el secreto mantenido durante siglos en Oriente para enfriar sin hielo, que consiste en mezclar agua con sal nitro, ponerlo en un recipiente y dentro de este, otro con la preparación. Es el inicio del gran auge de los helados y el camino hacia la tecnología de hoy para la preparación de este manjar.

En Italia era también considerado un postre de los ricos y Catalina de Médicis, cuando se iba a casar con Enrique II rey de Francia, llevo a este país a sus mejores cocineros e introdujo la costumbre de comer helado en la élite de la realeza (además de la pasta, el arroz, la albahaca, el uso del tenedor, la alcachofa), se mantuvo por mucho tiempo escondida la receta. Se incrementó su consumo un siglo después en Francia cuando el siciliano Francesco Procopio abrió un café que se llamó “El Procope”, y fue la primera heladería en Europa, existe todavía y es considerado el restaurante más antiguo de Paris. Durante largos años fue el refugio de actores, escritores y personalidades, se dice que ahí se gestaron las ideas de la Revolución Francesa. En este sitio se vendía café, helados y sorbetes y por supuesto el éxito fue inmediato.

Las recetas fueron mejorando con el tiempo, se incluían ingredientes más variados y de mejor calidad, se enriquecían con crema y huevos, dándoles una textura mas suave y aterciopelada. Italia ha sido por excelencia el mejor productor de helados en el mundo, pero su popularización se debe a los estadounidenses, que inventaron la máquina de manivela en 1843 para prepararlos y congelarlos: lo que en este lado del planeta conocemos como “ice cream”.

LA RECETA

La gran variedad de sabores es infinita pero los mas consumidos a nivel mundial son de vainilla, chocolate y fresa. Preparar helados no es un tema de profesionales, ni expertos, es más fácil de lo que creemos. Vamos hoy a preparar un helado de vainilla, que es el más básico y con esta receta usted puede usar su creatividad y aromatizarlo con lo que más le guste.

HELADO DE VAINILLA

2 TAZAS

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1 ½ tazas de leche

½  taza de azúcar

3 yemas de huevo

1 taza de crema de leche

1 clara de huevo

1 cucharada de azúcar

1 vaina de vainilla o 1 cucharada de extracto de vainilla

Preparación

1.    Caliente la leche en una olla con la mitad del azúcar, no debe hervir.

2.    Aparte bata las yemas con el resto del azúcar, con un batidor de alambre, hasta que se disuelva el azúcar y tome un color amarillo claro.

3.    Agregue dos cucharadas de la leche caliente a la mezcla de huevos, revuelva y vierta todo sobre la olla que contiene el resto de la leche. Junto con la vainilla.

4.   Cocine a fuego bajo, rebullendo permanentemente con una cuchara de madera, hasta que espese y la mezcla se adhiera al dorso de la cuchara (esta preparación es la base de los helados, y puede aromatizar, con té, azafrán, chocolate derretido, purés de frutas). Cuele y deje enfriar en un recipiente dispuesto sobre hielo.

5.   Bata la crema de leche fría hasta que haga arrugas. Incorpore en forma envolvente a la mezcla anterior.

6.  Transfiera a la máquina de hacer helados y siga las instrucciones de la misma. Si no tiene esta máquina puede echar la mezcla en un recipiente de metal, cubrir con papel aluminio y llevar al congelador, batiendo cada media hora hasta que el helado tenga textura cremosa. Es muy importante batir permanentemente para romper los cristales de hielo.

7.    Bata la clara a punto de nieve incorporando la cucharada de azúcar de a poco, agregue al helado a medio hacer (esto airea la preparación y mejora su textura).

( Libro Sabor+Color, María Villegas)

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