Mi columna del 26 de Abril de 2015 en EL TIEMPO

peorelremedio

Definitivamente viajar despeja la mente. Por estos días, montada en un avión de Avianca y leyendo su revista, mientras esperaba con optimismo que por fin esta vez la comida estuviera sabrosa, me encontré con un interesante texto escrito por la periodista Liliana López que llamó mi atención. Se trata de la historia de la ginebra, ese riquísimo licor que causa furor en el mundo. Resulta que esta fue inventada alrededor del 1600 como medicina. Era un tónico para aliviar problemas digestivos.

Es entonces cuando caigo en cuenta de que muchos de los alimentos que ahora consumimos con frecuencia fueron creados como remedio y, paradójicamente, hoy tienen nefastas consecuencias para la salud. Por supuesto que ya no sigo hablando de la ginebra, esa magnífica pócima que, tomada en sus justas proporciones, mitiga muchos males, principalmente del espíritu, llenándolo de alegría.

Dos ejemplos significativos son el de una reconocida marca de gaseosas y el de un cereal para el desayuno. El primero era para dar energía y mejorar problemas estomacales y el segundo fue pensado para una dieta estrictamente vegetariana consumida por los adventistas, la cual ayudaba a la flora intestinal, además de que servía como antiafrodisiaco, ya que para su creador el apetito sexual era nocivo para la salud de sus pacientes. Vea pues.

Hoy, estos dos inventos deberían estar vetados en todas las dietas, principalmente en la de los niños, ya que no aportan beneficios; todo lo contrario, están elaborados con una gran cantidad de componentes desconocidos que a la larga conducen a la diabetes, enfermedades inflamatorias, obesidad y muchas más. No son más que productos azucarados y llenos de químicos que son consumidos diariamente dizque como alimento.

Es lamentable pensar que las buenas intensiones de sus creadores quedaron destruidas por el consumismo, el mercadeo y el afán de la industria por hacer dinero a costa de la salud de sus compradores. Seguramente se revolcarán en su tumba cada vez que ven a un niño obeso desayunando cucharadas de este veneno o tomando a borbotones dicha bebida. Debo admitir que, como dicen por ahí, una vez al año no hace daño; el problema radica cuando hace parte de los hábitos diarios.

De la gaseosa no se conocen sus ingredientes, lo cual ya es sospechoso, pero sobre los cereales la lista de sus componentes mencionados en la caja es interminable, incompresible y miedosa. Anímese a leerla.

Paz en su tumba.