Michel de Notre Dame más conocido como Nostradamus, (diciembre 14 de 1503- 2 de julio de 1566), fue un médico y astrológo francés, nacido en el seno de una familía judía. Se casó en Salon, con una joven heredera con la que tuvo varios hijos y fue ahí donde se dedicó a escribir e investigar sus célebres Prophéties (“Profecías“), cuya primera edición, fue publicada en 1555. Estas profesías escritas en verso pretenden adivinar el futuro de Francia y el mundo hasta el año 3797, fecha en la que él afirma que se producirá el Apocalipsis.

 Nostradamus que era un estudioso, no solo dedicó su vida a investigar el origen y cura de enfermedades, ni a predecir el futuro de la humanidad, sino que también era un glotón que disfrutaba de la cocina. Escribió en 1552, el Tratado de las Confituras, donde nos ofrece variedad de recetas para confitar frutas y hacer conservas y mermeladas, como todo un alquimista goloso. 

“Para satisfacer el deseo y el afecto de varias amables personas, incluso del sexo femenino, tan ávido de saber, de escuchar nuevas cosas y mantener su gabinete bien proviso de varias clases de confituras…” Nostradamus

 

El tratado está compuesto por 32 capítulos en los que nos enseña la forma de hacer confituras de lechuga, calabza, peras, almendras, nueces y mucho más, y está escrito en el francés de la época. En 1982 se imprimió la edición en español, con la traducción de Manuel Serrat Crespo por Editorial Barcanov

 

LA CONFITURA DE ROSAS

 

Tomad bellas rosas cuyo perfume recuerde al de las de Arabia o de la ciudad de Ispahan o bien al de las del Valle de Rosas en Bulgaria. Deshojadlas cuidadosamente y cortad la punta de los pétalos que son, a menudo, amargas y duras. Ponedlas a remojar en agua fría, añadid algunas gotas de aguas de rosas y el zumo de tres limones. Cuando el agua se coloree, exprimid los pétalos en un colador.
Mientras, preparad el jarabe: por cada 350 g de pétalos se necesita 1 kg de azúcar y 1/4 de litro de agua. Llevad a ebullición y echad, poco a poco los pétalos de las rosas, separándolas con la punta de los dedos para que no se aglutinen. Dejad que hierva una veintena de minutos y, luego añadid el zumo de tres limones y una cucharada sopera de agua de rosas. Dejad que hierva cinco minutos, reriradlo dek fuevo y envasadlo.
Si quereís que vuestra confitura contenga toda la esencia alquímica de la rosa, ha que cogeras por la mañana, antes de la salida del sol, cuando todavía estan perladas de rocío, materia prima para la búsqueda de la Piedra Filosofal o del Oro Potable. Y si podéis reemplazar el agua de la cocción por rocío, vuestra confitura será incomparable y no habrña saboreado nada de tanta delicia ni tan precioso.