Hola, por estos días vi la película de la famosa serie Sex And the City, y uno de sus personajes, Samantha, atractiva mujer, muy liberal, adicta al sexo y gran opositora de la monogamia, decide serle fiel a su novio, quien es un exitoso actor que no tiene mucho tiempo para complacer los caprichos de su amada. Ante esta crítica situación, Samantha reemplaza el sexo por comida, y cada ataque de ansiedad lo satisface con orgasmos de chocolates, postres, dulces y todos aquellos manjares que le calman la abstinencia que la esta matando. Conclusión se engorda y sigue siendo infeliz.

Todo lo anterior aunque siendo ficción, confirma una teoría que siempre ha dado vueltas en mi cabeza, por supuesto que la comida no reemplaza al sexo, nada reemplaza al sexo. Muchas mujeres sienten estos ataques incontrolables de comer y deleitarse con exquisitos manjares, convencidas de que quedaran satisfechas y se les bajaran las ganas de estremecerse entre los brazos de su amado.

No se equivoquen, La comida alimenta el cuerpo, el sexo alimenta el espíritu. Lo ideal entonces es tener llenitos y saciados cuerpo y espíritu, por esto nada mejor que ‘maridar’ el sexo con comida, y además esto garantiza que se mantendrá el peso ideal, ¿O no han oído acaso, qué una buena faena en la cama es maravillosa para bajar de peso?

Un estudio realizado por el sexólogo norteamericano Richard Smith dice: “Un orgasmo elimina 27 calorías, con un beso, desaparecen 60 calorías. Durante una relación sexual de veinte minutos se consumen 150 calorías, el equivalente a caminar o subir y bajar escaleras. Tampoco está de más saber que las caricias consumen 20 calorías, y que la posición del misionero elimina 240 (con otras posturas se puede desechar de 200 a 400 calorías.”

El sexo y la comida van de la mano, son dos apetitos, dos estimulantes y despiertan grandes pasiones, pero también puede suceder lo contrario; si se tiene preparado para el amante un plato que no es de su agrado, pues seguramente va a pasar lo mismo que cuando se esta con la persona equivocada, donde simplemente no hay química y el resultado es peor que una larga abstinencia.

Por esto a la hora de combinar comida y sexo, piense en los dos, en sus gustos, en sus provocaciones, en sus antojos y el resultado será la receta perfecta para el placer. Un rico plato puede ser el preámbulo y un gran aliado a la hora de seducir. Si usted es de esas personas que no le gusta tomar la iniciativa, arriésguese en la cocina y con el ambiente adecuado seguramente logrará complacer sus apetitos.

Es simple así como en la cama la creatividad y el ingenio son necesarios, en la cocina se debe hacer lo mismo, mucho más si la intención final es seducir y porque no mezclar el postre con suculentos besos y caricias. ¡Se me hace agua la boca!

Revista Jet Set: fuego en la cocina, fuego en la cama